viernes, 30 de diciembre de 2011

Pedro Velarde y Santillán


Pedro Velarde y Santillán nació en Muriedas, en el Valle de Camargo (Cantabria), en la casona-palacio de los Velarde.
El 16 de octubre de 1.793, a los 14 años, ingresó como cadete en el Real Colegio de Artillería de Segovia. Terminó sus estudios como número 2 de su promoción y recibió un ascenso al grado de subteniente el 11 de enero de 1.799.
En 1.801 fue destinado al ejército que operaba en Portugal. El 12 de julio de 1.802 ascendió al grado de teniente y el 6 de abril de 1.804 al de capitán. El 1 de agosto de ese mismo año entró como profesor de la Academia en la que había estudiado. Era un auténtico experto en la medición de la velocidad de los proyectiles. Permaneció como profesor hasta el 1 de agosto de 1.806, fecha en la que, con sólo 27 años, es nombrado ayudante de Godoy, Generalísimo y Príncipe de la Paz, y llega destinado a Madrid. Además, como oficial del Estado Mayor de Artillería, ocupa la importante vacante de secretario de la Junta Superior Económica del Arma, puesto que le proporciona información privilegiada sobre los recursos y la organización militar de España.
Cuando Murat, el Gran Duque de Berg, llega a Castilla, Godoy le envía a su encuentro con la velada misión de explorar las verdaderas intenciones del francés. Masón e ilustrado, como su compañero Daoíz, siente una viva simpatía por el Emperador francés, a quien considera el gran valedor de la libertad y la independencia de los hombres y un genio de la guerra.
Sus grandes cualidades personales y su puesto como secretario de la Junta, no pasan desapercibidas a Murat, que intenta atraerlo a su bando. Para ello se vale de un edecán del general de la artillería francesa, La-Riboisière, a través del cual le invita varias veces a su mesa. Velarde acepta en dos ocasiones, pero elude firmemente todas las propuestas que se le hacen para pasar al servicio de Napoleón, arguyendo que "no podía separarse del servicio de España sin la voluntad expresa del rey, de su cuerpo y de sus padres".
Levantamiento del 2 de mayo
Tras el fracaso de su plan de levantamiento general urdido con Luis Daoíz, ya en 1808, Velarde siguió en su destino hasta que,  a media mañana del 2 de mayo de 1808, Velarde, conmocionado al enterarse de los sucesos ocurridos en el
Palacio Real, se levanta enfervorecido de su mesa gritando: “Es preciso batirnos; es preciso morir; vamos a batirnos con los franceses” y se dirige al cuartel del Regimiento de Infantería de Voluntarios del Estado, en la calle Ancha de San Bernardo. Allí, con el pretexto de contener al gentío que se agolpa en las puertas del Parque de Artillería pidiendo armas, logra convencer al coronel de que le deje una compañía, entre cuyos subalternos se encuentra el teniente Jacinto
Ruiz. Se dirigió al Parque de Artillería de Monteleón, en el que desarmó a la guardia francesa que vigilaba que los españoles no fabricaran más munición de la normal, convenció a Daoíz de que era necesario dar armas al pueblo y entre ambos prepararon la defensa del cuartel. Durante la defensa del Parque, actuando a las órdenes de Daoíz como su segundo, prodiga sus conocimientos tácticos y actúa con absoluto desprecio de su vida en todos los sangrientos combates.
En la última oleada enemiga, ya habiendo caído Daoíz, cruzando el patio por una zona batida por el fuego de fusilería de la Guardia Noble polaca, recibe un balazo en el pecho que le atraviesa el corazón. Velarde muere casi instantáneamente. Su cuerpo, profanado después por la soldadesca francesa, codiciosa del buen paño de su casaca verde del Estado Mayor de Artillería, es encontrado semidesnudo entre los demás cadáveres. Envuelto en una tienda de campaña, será conducido al anochecer a la parroquia de San Martín y amortajado con un hábito franciscano de limosna, prestado por un caritativo desconocido.

Velarde fue enterrado en la iglesia de San Martín esa misma noche junto a Daoíz y otros soldados españoles.

El 2 de mayo de 1814, sus restos fueron trasladados, junto con los de Luis Daoíz, a la colegiata de San Isidro el Real como homenaje a su sacrificio. Hoy reposan en el cenotafio que en su honor se erigió en 1840 en el Monumento a los héroes del Dos de Mayo del Paseo del Prado de Madrid.
Los dos leones de bronce que adornan la entrada principal del Congreso de los Diputados en Madrid, fundidos en la Real Fábrica de Artillería de Sevilla, reciben los nombres de "Daoíz y Velarde" en honor a ambos militares españoles. Asimismo, cabe destacar, el monumento que en recuerdo de los dos principales baluartes de la resistencia del 2 de mayo se levantó en la plaza de acceso al Alcázar de Segovia.


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